LA FORTUNA DE LOS CURBELITOS
El terraplén despide incontrolables masas de polvo por los aires; los pastizales padecen la anemia de la intensa sequía. Itabo queda detrás cuando se enrumba por el sendero rural que va de esa comunidad a Las Minas de Jarahueca, sabana adentro, en el norteño municipio espirituano de Yaguajay, en el centro de Cuba.
Mas el viajero frena la marcha; el olor de las vegas recién cortada inunda el valle y otros aromas se esparcen por los alrededores.
“Esos muchachos sí hacen parir la tierra”, espetó a modo de respuesta el veterano Joseito Hernández, al preguntársele dónde encontrar la finca de los Curbelitos.
“Hace poco era un infierno de aromas y malezas y mire compay, allí mismitico, a menos de 30 cordeles, pa’la derecha, hoy es siembra na’ma”.
OFICIO DE LABRADORES
El sol quema, son apenas las diez de la mañana; ronronea el tractor que se acerca.
“¿Son ustedes los periodistas?”, pregunta el conductor, un muchacho curtido por el abrasador rey.
Su ropa deja ver los charcos del sudor fresco, su voz suena a guajiro de monte adentro, fuerte y sincera.
“Encantado, yo soy Miguel Angel González Curbelo. Esto que usted ve aquí era puro realengo, animales por todas partes, sin cercas. Pertenecieron estas tierras a la empresa tabacalera de Taguasco, económicamente las vegas tapadas no dieron resultado. Después de varias gestiones nos intercambiaron las tierras y aquí estamos, prendidos.
“Lo primero fue cercar el área y hacer una casa para mudarme, por eso de que el ojo del amo engorda..la tierra”, agrega. El traspaso llegó en el 2008, casi a la hora de sembrar el tabaco, ya te imaginas el corre corre; pero nada, hicimos nuestra vega, con 225 000 posturas y se dio tremenda, con rendimiento de 700 quintales por caballería”.
El tiempo ha paso rápido, las urgencias iniciales se transformaron en una finca de lujo.
“En cultivo tenemos par de caballerías de tierra; sembramos unas 450 000 posturas de tabaco, se ha dado tremendo, ahí lo puedes ver en la casa de curar; además nos “fajamos” con una caballería de frijol potenciado, con unos 500 quintales contratados, explica Yoandy, quien junto a su hermano Miguel se encargan de la finca.
“Esto no es nada fácil, si alguno lo piensa así, es a mucho desvelo, a bastante sudor, insolaciones y alguna que otra discusión por el recurso que se atrasa y no llega en el momento idóneo, más útil; y además de ello los contratiempos con los ciclones.
“El Ike, de cinco aposentos de curar tabaco, nos dejó solamente tres en pie, hemos ido levantando pero estamos apretados. Esto es una tarea de muchos poquitos, de consistencia, de sistematicidad y de sabiduría, de esa que se agarra a pie de surco”, expresa.
Atrás quedaba el área que bajo arrendamiento trabajaban en Jarahueca. Un nuevo compromiso comenzaba a gestarse. Ahora, en la finca La Fortuna, al sudeste de Itabo, otra historia cobra vida.
PARTO MULTIPLE
Casi en la puerta de entrada d la finca, varios canteros de ajo saludan al recién llegado; una decena de obreros asalariados de la CCS fortalecida Juan Darias realizan diversas tareas.
“Estos hombres nos permiten garantizar cada una de las labores de los cultivos; son muy importantes para poder dar curso a estrategias que tenemos para lograr una finca diversificada, expone Miguel.
“Lo del ajo es una prueba, pretendemos obtener semilla, si sale bueno, lo incluiremos en la contienda próxima. Igual sucede con la papa, probamos en un pedazo y se dio excelente; al parecer hay intensiones de que sembremos, nosotros queremos y por lo que sabemos en estas tierras, hace tiempo atrás, se hacían cosechas paperas”.
Agua, turbinas, tuberías y otros elementos para el riego están asegurados. Juventud, fuerza, inteligencia, voluntad y deseos de producir más y más son los recursos más importantes de Miguel y Yoandy, campesinos de ley.
“De la seriedad con que asumas la responsabilidad de hacer producir la tierra dependerán los frutos. Y no puede ser el trabajo nuestro nada más, argumenta Yoandy.
“Ahí está la familia, nuestras esposas, siempre presentes, ayudando en todo lo necesario; se encargan de preparar la alimentación para los obreros y nosotros, las meriendas; cuando algo no sale bien o suceden los desastres como los del ciclón, nos animan, hacen lo que sea necesario en la finca. Míralas, ahora están seleccionando ajo”.
La mañana avanza, el calor del sol se va acentuando. Entre tendales de tabaco y las plantaciones los hombres no cesan de trabajar. Ebbyis Miguel da rienda suelta a la energía de sus cuatro años de vida; aprovecha la oportunidad y corretea entre la surquería
“Yo no sé si será agricultor cuando sea un muchachón, pero le gusta el trajín del campo, acota Miguel, padre del pequeño. Cuando nosotros nacimos, allá por la finca Crucero de Jarahueca, lo primero que vimos fue una vega, oiga y ese bichito no se ha desprendido aún. Bienvenida entonces la tierra”. type="text/javascript">
2 comentarios
MASSIEL CABRERA -
Armando J Cabrera -