Blogia
Oscar Alfonso Sosa

YO SOY UN HOMBRE DE MONTE

YO SOY UN HOMBRE DE MONTE

La yunta afinca duro las pezuñas sobre la tierra resbaladiza, hala con fuerza y el bolo de cedro se desliza entre troncos y matorrales.Arre, buey. La orden de Reinaldo Lorenzo Rodríguez Castellanos rebota entre las montañas y se escurre, hasta perderse.Suda a chorros a pesar de la brisa fresca de las lomas, mas su palabra brota limpia y precisa. 

La pelea no es fácil, me levanto a las tres y media de la madruga’ y a lomo de mulo cojo loma arriba pa’ estar temprano en al área de corte y seguirle los pasos a Tirso Gerardo Orbea, el motosierrista por excelencia de la Brigada Extractiva de la Unidad Silvícola de Sancti Spíritus. Oiga, ¡dudo que haya uno mejor y más rápido que él! Pa’l camino halo to’ los días unos 10 metros cúbicos de madera. Parece fácil, pero ni pensarlo. Esto es difícil pa’l hombre y el buey y en ta’ las jornadas tengo que ayudarme de la maña y el instinto de serrano.Me estropeo un poco, pero el cuerpo se ha adapta’o y voy pa’ cinco años en estos trajines. 

Seca el sudor de la frente, la respiración se agita, pero no se detiene. El ronroneo de la motosierra le anuncia que la pelea sigue, y que habrá más palos que tirar para el camino. 

Sabemos cuando empezamos, pero no cuando se acaba. Los camiones tienen que bajar repletos y no crea, hay que guapear, son más de 20 metros los que hay que tirar loma abajo.Cuando es en la falda de la montaña, el hala hala es un pastel, pero cuando es pa’l medio o la cresta, la cosa se complica, entre la tronconera, los matorrales, los bejucos y el rocío, que ayuda al palo pa’ que resbale, pero es peor pa’l animal.  

¿Y cuando cae un chubasco?

 Ni piense que alguien se para. Seguimos el ajetreo, con paciencia, pues entonces el apuro trae corriendo la desgracia. Te enreda el palo que halas, que resbala como una culebra, y te tira a lo largo, y cuando mejor sales es con un pie patì’o. Mi’jo, la experiencia vale mucho. ¿Tú sabes cuanto llevo en estas lomas? Casi to’ la vida. En 1960 era desmochador de palma y fue mucha la palmiche que rompí desde lo alto pa’ alimentar los cerdo. Hace como veinte años estoy de lleno en la forestal. Lo primero que hice fue lidiar con mulos tirando posturas para el Dos, el Tres, Yayabo, el Uno, en la zona de la Diana.Cuando cerraba la primavera me vestía otra vez de desmochador y entonces le caía arriba al guano cana, al de palma y a la palmiche; recogía café y hacía to’ lo que hiciera falta. 

¿Y Reinaldo Lorenzo no se cansa de tanta loma y tanto monte?

 ¡De eso na’!. Estoy cujea’o de to’ el ajetreo este, el cuerpo se adaptó y ya me ve, prepara’o pa’ lo que venga.¿Y la familia, que dice, en que tiempo la atiende?.Tengo dos hijos. Ni ellos ni mi esposa se dicen na’. Saben que la loma ha sido parte de mi vida. Me alientan mucho y siempre con la cantaleta de que me cuide, que los bueyes son traicioneros, pero to’ eso es cuento.Tengo tres nietos que son una bendición, se arrebatan cuando me ven y si es Reidel, el más pequeño. Fíjese, cuando llega a la casa y no me ve dice rapidito: seguro está pa’ la loma halando palos. 

¿Qué es elemental para ser buen boyero en la loma? 

La experiencia y la maña serrana lo son to’. El sudor díario es aquí el mejor libro. Y eso sí, mucho interés, disposición y volunta’. El monte no es cosa de juego. 

¿Y de la jubilación qué?

 De eso na’. Me quedan fuerzas y mientras sea así estaré faja’o con las lomas, los palos, los bueyes y los mulos. ¡Yo soy un hombre de monte!    script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
</script>
<script type="text/javascript">
_uacct = "UA-2728677-1";
urchinTracker();
</script
  

 

0 comentarios