EL HACEDOR DE SUELOS
La tierra ayuna, las lluvias primaverales arrastran cada vez más capa vegetal. Los nutrientes del suelo enrumban por el sendero de la extinción paulatina. Sucede cuando se necesita incrementar la producción de alimentos agrícolas. Especialistas, técnicos y productores se afanan en devolver al suelo vigorosidad, reservas alimenticias, capacidades productivas. ¿Abonos orgánicos o químicos, pesticidas o controladores biológicos? Estas y similares interrogantes surgen en las fincas, al pie de una parcela y hasta en encumbrados eventos científicos.
LABORATORIO IMPRESCINDIBLE
Muy próximo al poblado de Tres Palmas, en el municipio de Cabaiguán, Guido Hernández Morera cultiva un vigoroso maizal donde cosechó hace muy poco la última vega de tabaco. Ayer hubo allí plantaciones raquíticas; hoy crecen sembrados robustos. “La respuesta está en el empleo de la crotalaria (Crotalaria juncea), conocida popularmente como maruga o maromera; frijol terciopelo, canavalias, leucaenas y otras leguminosas en estos suelos pardos con carbonato, que sufrieron mucho la erosión derivada del monocultivo y del riego y laboreo indiscriminados, al extremo de quedar prácticamente infértiles”, expone el campesino.
“En la etapa de sequía rompo la tierra y cuando se inica la primavera siembro esas especies en la parcela. Entre los 45 y 60 días posteriores incorporo al suelo, a base de arado, toda esa biomasa verde que al descomponerse fija nutrientes”. El empleo de variedades de leguminosas como abonos verdes y controladoras de plagas se generaliza actualmente en los sembrados.
Estudios iniciales en la Estación de Pastos y Forrajes de Sancti Spíritus abrieron las puertas a la experimentación en áreas de producción, como parte del programa de Agroecología, que centra su interés en el desarrollo sostenible de la actividad agropecuaria. Estudios especializados corroboran que esas leguminosas aportan cantidades superiores a los 150 kilogramos de nitrógeno puro por hectárea al año.
OTRAS NOVEDADES
Pero no basta con los abonos verdes. La gama de opciones para el mejoramiento del suelo y los cultivos es amplia. “En mi caso elaboro compost a partir de residuos de cosecha y estiércol de animales que también agrego a mi parcela; es imprescindible rotar los cultivos y crear barreras, fundamentalmente vivas, con frutales u otras plantas para evitar la erosión por arrastre de capa de suelo fértil a causa de la lluvia”, señala Guido.Un minucioso seguimiento a la aplicación de técnicas agroecológicas en el cultivo del tabaco, en una hectárea de la finca de este campesino, arrojó dividendos que validan la alternativa.
En el 2001, con el aporte de 30 toneladas de biomasa verde, la vega reportó 75 quintales en palo. El año precedente la aplicación de ese tipo de abono subió a 44 toneladas y la producción de tabaco ascendió hasta 166 quintales brutos.
¿Qué otras ventajas ha comprobado Guido al emplear la agroecología en su finca?
“Aclarar primero que esta tecnología prescinde del uso de abonos y pesticidas químicos. El suelo conserva mejor la humedad, la evaporación se reduce. Muchas de estas plantas utilizadas como abonos verdes, fundamentalmente la crotalaria, poseen efecto represor, o sea, controlan o reprimen el crecimiento de malas hierbas y muy importante, los frutos mejoran la calidad y son más sanos”. Como Guido, en Sancti Spíritus centenares de campesinos son promotores de estas alternativas empleadas ya por más de 6 000 labradores y su generalización se impone para bien de las producciones agrícolas, los suelos y el medio ambiente, justo cuando hoy el planeta celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
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