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Oscar Alfonso Sosa

DEL MAGISTERIO DE MARTI

DEL MAGISTERIO DE MARTI

Los hombres necesitan quien les mueva a menudo  la compasión en el pecho y las lágrimas en los ojos y  les haga el supremo bien de hacerlos generosos.                                                                        

José Martí  

 El aula padece el mayor de los silencios cuando su verbo desanda las fronteras de los espacios y del tiempo. Las palabras arman un conmovedor canto homérico; la oralidad es la mejor de sus armas para desentrañar historias, enseñar, convencer, guiar. Sucede que el auditorio siempre se conmueve, desde aquel lejano 1961, empeñado en la Campaña de Alfabetización, o un año más tarde, cuando con sólo 17 años el Magisterio lo envolvió allá por las montañas del Escambray, en la escuelita de Manaca Ranzola, hasta los días de hoy. Desde su colegio en la CPA Juan González, Domingo Luis Díaz González sigue siendo, con sus más de seis décadas de vida, el maestro de maestros con la deferencia de llevar siempre de la mano la grandiosa obra de Martí, preñada de enseñanzas. 

¿Por qué en su labor como educador persevera la obra de nuestro Héroe Nacional?  

Es el paradigma mayor dentro de la carrera magisterial. Cuando lo lees, lo estudias, su verbo te atrapa, cautiva. No hay un párrafo de sus obras sin enseñanza, la persuasión es permanente y representa el ejemplo, algo  que el maestro debe emplear en su carrera. Es asombroso cómo sus obras para los infantes dejan ver la inigualable fuerza de las ideas, presente en cada pasaje, hable de historia, de naturaleza, de amores, amistades, de ciencia, de la humanidad misma. Conozco la inmensa capacidad de los niños para aprender de Martí y eso lo aprovecho bien en mi afán de la enseñanza. Mas, hay que saber cómo llevarlo, como enseñarlo para que el niño lo sienta, se estremezca. Cuando eso sucede Martí prende. 

¿Entonces le atribuye la excepcional virtud de lo imprescindible, desde su perspectiva pedagógica?  

Ser maestro va mucho más allá de la enseñanza de las Matemáticas, las Ciencias, la Lengua Española, la Literatura. El maestro debe ser capaz de llenar los vacíos que la familia no puede en el sendero hacia la formación de un hombre nuevo, diestro en el pensar. Cada vez que me enfrento en un aula a un grupo nuevo aparecen también nuevas necesidades y tú necesitas conocer cómo cubrirlas. Eso no se enseña en la Pedagogía, pero en Martí encontrarás los caminos. 

Su quehacer en el magisterio se distingue por una vinculación permanente con el mundo del arte, ¿cuáles son las razones?  

Para enseñar la creación es la principal de las armas, pues te ofrece todas las herramientas necesarias. Pero, sobre todo, te alimenta la imprescindible espiritualidad y la sensibilidad. La Educación Artística me reveló capacidades e inclinaciones que estuvieron escondidas en mí durante mucho tiempo y aprendí que lo mismo les sucede a mis alumnos y puede también ocurrirles a sus hermanos, padres y vecinos. La experiencia práctica me lo ha demostrado en cada una de las actividades que desarrollamos con la comunidad y sus instituciones, organismos, con la familia de los niños y en todas Martí llega y enseña. Siempre he sido maestro rural y prefiero, en el plano pedagógico, trabajar con quienes más urgidos están de experiencias en la profesión. Ambas cosas exigen un sacrificio sin límites pero me satisfacen como nada. 

Por naturaleza envejecer trae aparejado situaciones difíciles; sin embargo, dicen sus compañeros y amigos que en usted la vida es diferente.  

Mira, sufrí mucho cuando cumplí los 59, hasta tengo una colección de versos de esos malos ratos, pero decidí quedarme en el aula. Trabajar con niños espanta los disgustos propios de la adultez avanzada, pero, además, no he llegado a viejo y me siento en plenitud de facultades. Entonces no puedo dejar de enseñar y de aprender. Tengo 61 abriles y vencí el primer año de la maestría en Ciencias de la Educación. ¡Cómo me quedan reservas vivas! Ahora estoy mucho más seguro de que no nací para otra cosa. El maestro tiene que estar convencido de que es la figura más importante dentro de la sociedad, somos quienes fabricamos y moldeamos a los hombres que necesita la Revolución. Hasta que deje de respirar, mi vida entera será el Magisterio. Nota: En su decursar por el Magisterio Domingo Luis Díaz González ha ganado 15 premios nacionales en Talleres Martianos y otros eventos de Pedagogía. Ostenta la distinción Rafael María de Mendive, medallas Jesús Menéndez, Lázaro Peña, 40 Aniversario de las FAR y las de la Campaña de Alfabetización. Fue ganador el pasado año del Concurso Nacional José de la Luz y Caballero y acreedor del Premio del Ministro.script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
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