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Oscar Alfonso Sosa

Historia

MARTI Y LOS ESTUDIANTES DE MEDICINA

MARTI Y LOS ESTUDIANTES DE MEDICINA

Este 27 de noviembre la historia enlutece, enlutece por la arbitrariedad de aquellos voluntarios españoles y del Gobierno de la metrópoli que cegaron la vida a 8 estudiantes de medicina, en 1871. Primó la injusticia, el ensañamiento. Hoy Cuba toda rindió homenaje a aquellos jóvenes y otra oleada de noveles y experimentados médicos refuerzan el contingente cubano en Haití, para que la vida sea posible en la hermana y sufrida nación. Aquel 27 de noviembre la pluma y el verbo de José Martí no pudo callar. "Cadáveres amados los que un día Ensueños fuisteis de la patria mía ¡.Arrojad, arrojad sobre mi frente Polvo de vuestros huesos carcomidos! ¡Tocad mi corazón con vuestras manos! ¡Gemid a mis oídos! ¡Cada uno ha de ser de mis gemidos Lágrimas de uno o más de los tiranos!. ¡Andad a mi redor! Vagad en tanto Que mi ser vuestro espíritu recibe, Y dadme de las tumbas el espanto, Que es poco ya para llorar el llanto Cuando en infame esclavitud se vive! En otra estrofa señala el Apóstol ¡Oh – clama – pavorosa sombra oscura ¡Un mármol les negué que los cubriera, Y un mundo tienen ya por sepultura! Y más que un mundo, más ¡Cuando se muere En brazos de la Patria agradecida, La muerte acaba, la prisión se rompe; ¡Empieza al fin, con el morir, la vida! type="text/javascript">

¡ VENGAN AQUI ESTA CAMILO!

¡ VENGAN AQUI ESTA CAMILO!

Noviembre, 1958, Las fuerzas del Ejército Rebelde que operaban en territorio villareño suman éxito tras éxito y extendían su dominio. En el Frente Norte Camilo avanzaba en su aspiración de unir a todas las fuerzas que operaban en la zona, y ahora para arremeter contundentemente contra los efectivos de la tiranía y acelerar así la liberación del territorio.

Mientras tanto, en el centro de la provincia y específicamente en las montañas del Escambray, la columna invasora  No. 8 Ciro Redondo, bajo el mando del Comandante Ernesto Che Guevara, afianzaba su dominio y preparaba las acciones que posteriormente abrieron las sendas del triunfo.  Conocedores de las pretensiones del Ejército Rebelde, el alto mando de la tiranía prepara la ejecución de un plan ofensivo contra los efectivos acantonados en las cercanías de Sancta Spíritus, que incluía el ataque contra la Comandancia del Che, ubicada en las proximidades de El Pedrero. La astucia militar del Jefe Guerrillero le permite acertar los posibles itinerarios a seguir por el enemigo en su ofensiva. Pocos sabían que esta situación posibilitaría a Camilo y al Che compartir la misma trinchera una vez más, la última en la etapa final de la guerra de liberación. ''Sucede que mientras nosotros operábamos en el Frente Norte de Las Villas estábamos al tanto de las acciones del Che y sus hombres'', comenta el entonces capitán Orestes Guerra, jefe del Pelotón de la Vanguardia de la columna No. 2 y su segundo al mando. “Camilo, entre las cosas que pretendía, trataba con insistencia de lograr entrevistarse con el argentino  en el Escambray, un hecho que, a petición del Che, fue posible a finales de noviembre de 1958.

“Entre los escogidos para acompañar al Señor de la Vanguardia estábamos Manolo Cabezas, Sergio del Valle, Albis Ochoa  y yo, subordinados una vez al Che en la Sierra Maestra. También nos acompañaron, entre otros, Ernesto Guevara (Tétiro) y Félix Torres, quienes serían presentados al jefe de la Columna No. 8”. A caballo, los hombres se disponen a emprender la travesía en busca de la Comandancia del Che en El Pedrero. Partimos desde el campamento nuestro en La Caridad, Yaguajay, hasta el punto donde esperaban los hombres de la vanguardia de la tropa del Che, en Santa Lucía.

En el lugar abordamos una camioneta que nos llevó hasta la zona de El Pedrero. “Nuevamente viviríamos la alegría de las montañas y ascendiendo nos cogió el amanecer, todos mojados por la humedad propia de la neblina típica del invierno, mas, nos picaba la desesperación por encontrarnos con quien fuera nuestro jefe en la Sierra Maestra, a pesar del peligro de la travesía". ¿Cómo fue el encuentro entre los dos comandantes guerrilleros? “Bueno, a la mayoría no nos sorprendió los improperios y las bromas que Camilo se gastó con el Che, sólo él podía hacerlo por la amistad, el cariño y el respeto. Pero fue un reencuentro matizado por la alegría. “Recuerdo que sobre el tronco de un algarrobo dialogaron largamente, sobre todo, para conciliar la estrategia de las fuerzas rebeldes en Las Villas. Ambos almorzaron y realizaron prácticas de tiro con pistola, donde el Señor de la Vanguardia también hizo gala de su fino humor criollo.  

EL ENEMIGO ACECHA

Mientras las fuerzas rebeldes alcanzaban éxitos tras cada acción ejecutada, al enemigo se le hacía cada día más difícil contener el empuje de los revolucionarios. Por ello, el Estado Mayor Conjunto del Ejército Constitucional ordenó ejecutar su plan estratégico para Las Villas, aprobado el 23 de noviembre de 1958. Seis días después, el coronel Alberto del Río Chaviano, jefe del Tercer Distrito Militar y del Regimiento No. 3 Leoncio Vidal, ordenó la concentración de mil hombres, carros M-8, bazucas, ocho tanques de esteras, morteros y otras provisiones bélicas  en Fomento y Cabaiguan. Desde allí partiría todo este conglomerado hasta Gavilanes y El Pedrero, donde los batistianos suponían estaban asentados los rebeldes. Las tropas enemigas eran superiores en hombres y armas, estaban entrenados para la lucha irregular y tenían cierta experiencia combativa, adquirida en la Sierra y la persecución de las columnas invasoras a su paso por Camaguey. Según el plan del alto mando de las tropas gubernamentales, se avanzaría en tres direcciones. Cabaiguán-Santa Lucia, Fomento-Sipiabo-El Pedrero y Sancti Spíritus-Manaquitas-El Pedrero.

Para facilitar el avance se ordenaron misiones de ablandamiento de las posiciones rebeldes a partir de bombardeo y ametrallamiento de las zonas donde se suponía estaban concentrados. El Che, por su basta experiencia guerrillera, dedujo que su Columna sería el blanco principal de la ofensiva de la tiranía, por lo que preparó el teatro de operaciones. Asegurar una correcta defensa de su fuerza, que no superaba los 150 hombres, con armamento diverso y escaso parque, y concretar estrategias para dificultar el avance enemigo fueron tareas primordiales para el Comandante rebelde y sus soldados.

En la zona de Manacas-Ranzola, cerca de El Pedrero, se ubicó el puesto de mando de los rebeldes. Experiencia combativa y  una elevada moral eran las armas principales de los barbudos.

COMBATEN LOS DOS COMANDANTES

 En El Pedrero, la calma fue rota por la incursión de dos aviones B-26 y una avioneta. Al instante corría la noticia de que fuerzas de la dictadura, divididas en tres columnas, se movían  desde distintas direcciones con fuerte apoyo logístico para intentar desalojar a los rebeldes de sus posiciones y neutralizarlos. “El 30 de noviembre el Che le dice a Camilo que por el itinerario Fomento-El Pedrero se movía como un centenar de casquitos, dos tanques de estera y una tanqueta, recuerda Orestes Guerra. “Mi jefe pide autorización y asume el mando de los hombres emboscados en El Pedrero. Como casi siempre, Camilo ordena disparar sólo cuando el enemigo estuviera al alcance y tiro a tiro. Los casquitos nos venían con todo y no se podía gastar ni una bala.

“El Che estaba preocupado por la situación, pero Camilo con mucha tranquilidad le dijo que se calmara, que por allí no pasaría nadie. La estrategia de Camilo fue que nosotros rodeáramos al enemigo y a cada rato le disparáramos para no dejarlos descansar. “Recuerdo que el ejercito comienza a subir, pero estaba como indeciso. Avanzaba un poco y retrocedía, aun cuando tenía el apoyo de la aviación. Hubo quien se admiró al ver a Camilo fajarse con una avioneta, pero él era así. “Entonces Camilo se da cuenta del sube y baja del enemigo y se encarama en una piedra y les grita: ´ ¡Vengan, que aquí está Camilo!¨. Yo no sé si lo oirían, pero pusieron pies en polvorosa. “En la huida los casquitos dejaron armamento botado que recogimos.

Por orden de Camilo, los hombres del Che derribaron palmas que fueron tirando al medio del camino para evitar el avance de los blindados enemigos por otras posiciones. “Por todos lados les estábamos dando una paliza a los batistianos. Bien tempranito, el primero de diciembre, Camilo extiende la línea de fuego y organiza a los hombres para no darle ni el más mínimo chance al enemigo. Se peleó duro, le hicimos muchas bajas al enemigo y hasta apresamos un tanque. Fue una suerte tener a Camilo una vez más, peleando junto al Ché”.   script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
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FIDEL TRAS LOS BANDIDOS DEL ESCAMBRAY

FIDEL TRAS LOS BANDIDOS DEL ESCAMBRAY

''Nosotros no sabiamos que los elementos cuyos intereses habian sido afectados, no se limitarian a la propaganda politica contra las medidas revolucionarias.''  

Fidel

El 13 de agosto de 1959 el Comandante en Jefe Fidel Castro decide sabiamente poner fin en Trinidad a la conjura trujillista. El hecho desarticuló momentáneamente a la organización contrarrevolucionaria La Rosa Blanca y entonces muchos de sus integrantes se refugiaron en las lomas para desde allí seguir asediando a la naciente Revolución.  Comenzaría así el capítulo del bandidismo en Las Villas, suceso que puso a prueba una vez más la inteligencia, sabiduría y las dotes de Fidel como estratega militar y como el líder que siempre ha sido.  

METERLE AL ESCAMBRAY CON TODO

 “Recuerdo bien que desde los primeros momentos Fidel planteó la necesidad de estudiar bien la vida en las lomas, las posibilidades de supervivencia. Me dio la instrucción de entrenar a milicianos, se hizo la escuela con 1 000 campesinos de Camajuaní, Vueltas, Yaguajay, Santa Clara y otros lugares”, recuerda el Comandante Félix Torres.   “Vuela dos veces sobre todo el Escambray, en la primera oportunidad regresó algo contrariado, pues sus acompañantes no le pudieron ofrecer todos los detalles por él solicitados sobre el lomerío  y entonces me preguntó si yo conocía bien el macizo montañoso, le respondí afirmativamente; me orienta dar detalles a Piti Fajardo y recorrí junto a Fidel por aire la zona, me hizo todo tipo de preguntas y siempre obtuvo respuestas. “Me llama aparte y me dice que por la situación política del lugar era recomendable que yo pasara a otro frente. Le manifesté mi disposición para servir donde fuera y por esa actitud y mis conocimientos del sitio decide nombrarme jefe de operaciones y a Piti el máximo responsable de Lucha Contra Bandidos.  Fue entonces cuando me retrató la situación real del Escambray, con las bandas, la ayuda norteamericana y me expresó que al lugar había que meterle con todo; tenía la visión, por eso reiteraba limpiar duro y pronto”.

FIDEL TRAS LOS ALZADOS

Enero 5 de 1961.

Oficina de la Seguridad del Estado en Sancti Spíritus.  La tarde corre tranquilamente.  De pronto un timbrazo en el teléfono; desde Santa Clara indagan por Bernardo Arias y en segundos comparte la noticia: Fidel viene para el Escambray. “Además de Bernardo, Hebert Benítez, Sergio Martínez Peralta y yo fuimos los encargados de esperar al Comandante a la entrada de Pitajones”, recuerda el hoy teniente coronel de la Seguridad del Estado, retirado, Jorge Delgado Martínez. “Llegó bien al atardecer y se hizo campamento en Paso Viejo, pues cerca de allí estaba acantonado con su columna de bandidos Osvaldo Ramírez, nombrado por la CIA  jefe de la contrarrevolución en Cuba, y contra él se preparaba una gran operación que incluía el uso de mortero y bazucas que Fidel trajo.   

Desde su arribo indagaba, preguntaba cada detalle de la situación, precisaba cómo enfrentarla, organizaba estrategias”, apunta. Documentos existentes en el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos radicado en Trinidad guardan  testimonios de los campesinos Fermín Gutiérrez Muñoz, Eduardo Pérez Lara y Félix Pérez Valdés, donde se revela que al amanecer del día 6 Fidel y sus acompañantes se trasladaron hasta frente a una altura conocida también como Paso Viejo y se tiraron varios bazucazos, incluso se afirma que el Jefe disparó tomando como blanco la cima del monte. Hubo al momento intercambios de disparos de fusilería entre los bandidos y los hombres del Ejército Rebelde.   Fidel continuó la marcha hasta San Ambrosio y estuvo allí todo el día y la noche. En los alrededores del lugar, desde el 5 habían tenido lugar enfrentamientos contra Osvaldo Ramírez y su banda que sufrió varias bajas, aunque el cabecilla no pudo ser capturado.

EL MAGISTERIO DE UN JEFE

“Estuve dos veces con Fidel en el Escambray persiguiendo bandidos. Durante la primera, en la zona conocida como La Campana, yo llevaba 17 hombres, lo noto algo molesto y le pregunto: ¿Qué sucede? ‘Nadie ha explorado la zona de operaciones’, responde. Le propuse ir con mi gente y se negó. ‘Están muy cansados’, argumentó, y era verdad, el agotamiento era total, así nos cuidaba”, expone el Comandante Orestes Guerra.  “No se me olvida esa jornada, cómo Fidel invertía valioso tiempo, primero en darnos cada detalle de la situación exacta del bandidismo en la zona y después, regalando consejos, sugerencias, explicando la necesidad de no perder ni un minuto en la lucha contra los alzados y la necesidad de acabar con ellos pronto”, agrega.  Haciendo historia sobre la Lucha Contra Bandidos Gustavo Castellón, conocido como El Caballo de Mayaguara, recuerda la presencia del Comandante en el teatro de operaciones.

“Un día, antes de comenzar las acciones contra los bandidos, Fidel se apareció en La Campana. Se trepó en una pilita de tierra hecha por las bibijaguas y nos habló a todos. Nos dijo que no le podíamos matar ni una vaca, ni un puerquito a ningún campesino, que en el puesto de mando los oficiales tendríamos dinero para darles comida a nuestras tropas. 

A cualquier lugar donde llegáramos había que hablar con el campesino, explicarle que necesitábamos comer y que íbamos a comprarle viandas y algún animal si lo tenía; “había que tratar con respeto  y consideración a las familias campesinas, no se podía maltratar a ningún campesino, había que destruir al enemigo. Y así comenzó la limpia del Escambray”.     script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
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El CHE EN PEREA

El CHE EN PEREA

“Puede que a mis 84 años algún detalle de la vida se me escape de la memoria, pero aquel instante en el que el Che bajó a la mina y yo lo recibí y guié es imborrable”. El verbo de Pedro Bravo adquiere la melodía de la sorpresa, los músculos del rostro se relajan, su mirada se aviva y enrumba por los senderos del tiempo para posarse en la añeja y olvidada mina de asfalto, aproximadamente a un par de kilómetros de la comunidad Los Ramones, en la zona de Perea. 

La historia recoge dos conmovedores hechos ocurridos en el yacimiento. Allí, el 16 de febrero de 1962, la banda contrarrevolucionaria de Arnoldo Martínez asesina ante la presencia de familiares, vecinos y obreros del filón a Orestes Bravo.  Breve tiempo después el Comandante Ernesto Che Guevara, en funciones de ministro de Industrias, realiza una inesperada visita al lugar, de donde se extraía mezcla asfáltica para construir carreteras. PRELUDIO La tarde dejaba correr sus horas. Frente a la antigua fábrica de puré de tomate de Perea, en Yaguajay, Cándido Félix González, Manuel Carballo Cabrera y Gustavo Luna Pérez conversaban animosamente. De súbito un jeep cuatro puertas se detuvo. El chofer, vestido de verde olivo, abre la puerta y sin bajarse les habla. Se turban, no emiten palabra. El conductor del vehículo reitera el llamado y señala a  Cándido Félix: “Mire, atienda al Comandante, él quiere dialogar con usted”. “Sólo cuando vi la boina, su figura y la sonrisa por el susto nuestro supe que era el Che – recuerda Cándido-.

Me preguntó cómo veía el proceso de la industria con la Revolución; le respondimos que teníamos confianza en su avance. A Manolito le indagó sobre las minas de asfalto; se turbó y atinó a decir que había sido explotada por los gallegos. El Ministro sonrió y nos pidió más claridad. “Yo continué hablando, nos precisó que el yacimiento fue explotado también por los norteamericanos. Se interesó mucho por los trabajadores, preguntó quién era el güinchero, quién laboraba en este u otro lugar. Respondí cada pregunta suya. Él tenía la puerta del carro medio abierta, me pidió que me acercara y me estrechó su mano. 

“Recuerdo su énfasis en que entendiéramos el sentido popular de la Revolución y en el futuro de la industria. Por ser yo bastante conversador me dijo que era todo un político. Después nos pidió le indicáramos cómo llegar a las minas de asfalto y hacia allí partió. Yo tenía entones 27 años y estaba en los trajines de la alfabetización”.  CHE, MINA ADENTRO Juan P. Bravo es de esos hombres de memoria extraordinaria. Cuando sus pies volvieron a tocar la antigua casetica del güinche, su puesto de trabajo en las minas de asfalto, los recuerdos le brotaron con claridad envidiable. “Llegó por el camino viejo de Perea. Junto a su carro venían otros dos, todos con hombres vestidos de militar que parquearon como a 100 metros del yacimiento, debajo de una mata de mangos.

Algunos se dirigieron hacia la mina, yo seguí en mi trabajo y de repente veo que alguien de verde olivo se acerca. Me doy cuenta de que es el Che cuando está bien cerca, por la boina.  “Me hace señas para bajarlo al pozo. Comienzo  a preparar el equipo para descender, querían hacerlo como seis a la vez, pero me negué, así era muy peligroso y bajé al Comandante con tres de sus acompañantes en un primer viaje y posteriormente a Arístides Ramos, un minero, y a otros militares.

Eran aproximadamente las siete de la noche pues mi horario de trabajo estaba por terminar. Debajo del foso estuvieron más de media hora”. Pedro Bravo, hermano de Juan, era en aquel entonces jefe de turno. Estaba en el fondo y el sonido del güinche le alertó que alguien bajaba.“Cuando vi a aquel hombre, me impresioné y deduje que era el Che por la boina. Estuve seguro cuando se acercó, me saludó y comenzó a hablarme con un tonito distinto. Recorrí con él toda la galería y hasta piqueta di porque quería saber cómo extraíamos el mineral. “Me pidió una explicación completa de cuanto se hacía en cada lugar de la mina. Me tocó la suerte de recibirlo, de guiarlo, de conversar con él. Sólo después tuve conciencia de la tremenda responsabilidad de mi hermano y mía.  Con los años podré olvidar cosas, pero aquella visita del Che a las minas de asfalto nada podrá borrarla de mi memoria”. script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript">
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