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Oscar Alfonso Sosa

CIENTIFICO, NI MAS NI MENOS

CIENTIFICO, NI MAS NI MENOS La sabiduría guajira le brota por los poros como el sudor conque en cada jornada abona su finca. Cuando habla de sus sembrados, de los rebaños de animales, de su molino de viento, de sus cercas vivas, de ese excelente abono que es el humus de lombriz parece estar escuchando a un erudito en cuestiones de ciencias aplicadas al quehacer agropecuario.  Mas algo hay de cierto. José Antonio Casimiro, allá, desde su finca en Siguaney, en el municipio espirituano de Taguasco, casi en el centro de Cuba, se ha convertido en un manantial de ideas, alternativas e inventivas que le posibilitan ostentar hoy el título de Científico Natural. El recuento va desde el fomento de múltiples prácticas agroecológicas, rejuvenecedoras de la tierra y de la calidad de los frutos, el uso de medios no convencionales para obtener energía, hasta la fabricación de implementos agrícolas que humanizan el quehacer del productor sin herir los suelos. INENTIVA MAYUSCULA  El arado JC 21-A, capaz de realizar casi 40 labores agrícolas, fundamentalmente en los cultivos varios, multipremiado en diversos eventos de Ciencia y Técnica, sin semejante en Cuba y posiblemente en el mundo, se considera uno de los aportes principales de este ingenioso guajiro. “Por sus combinaciones y los diferentes tipos de herramientas que se acoplan a él es eficaz lo mismo para surcar, marcar, desyerbar, en fin, para cualquier trabajo de labranza mínima. ¡Ni hablar de las ventajas! Este equipo sustituye el quehacer de 66 hombres guataca en mano, con un aporte superior a los $2 000 por jornada. ¡Un fenómeno! Y para hacer agroecología es lo mejor.  “Le sigo diciendo, representa más de 30 implementos agrícolas por yunta de buey. Por eso yo repito en cualquier tribuna la necesidad de generalizarlo y eso no es imposible”.  Con sólo poner un pie a la entrada de la finca las dudas se despejan por sí mismas al chocar la vista con el verdor de las cercas vivas, los pastos y la diversidad biológica que te da la bienvenida. Cuando comienza a caminar el recinto de la familia disfrutas algo real y maravilloso, lo nunca visto en predios campesinos. Por ello cientos de visitas recibe anualmente y Casimiro bien las aprovecha. Es el momento ideal para trasmitir las inagotables experiencias que la práctica agroecológica le ha regalado.  “Yo sigo diciendo cuán necesaria es la eficiencia máxima en este ajetreo. Vale la técnica pero la mayor parte es responsabilidad de los hombres. Y enumero desde los cuartones para la ganadería, los linderos con postes vivos para espantar las ventiscas y las crecidas de agua, hasta los molinos de viento y el ariete hidráulico. Si observas bien no verás ningún animal amarrado. Eso les ayuda a vivir mejor y a su vez le dan vida a este entorno. “Y es que en una finca agroecológica todo es posible. Mira, hasta radio y ventilador tenemos en la casa de ordeñar. Oiga, las vacas dan más leche y trabajamos  a gusto, en mejores condiciones. Si viene un torrencial aguacero la vaquería sirve de cobija a las aves y otros animales. Hemos reanimado una cultura real. Ya nos autoabastecemos de casi todo, sólo no producimos la sal. Esto se llama sostenibilidad”.  En la finca de Casimiro no hay desperdicios de cosecha ni residuos de otro tipo. Los estiércoles se usan para la lombricultura. De ahí salen las lombrices que alimentan a las aves y el humus para fertilizar los suelos. La tierra se lo ofrece todo porque él la amansa a diario con sus manos. PASIONES “Primero la tierra, heredada de mis antepasados y después mi familia. Pero siempre he sido un apasionado de la vida. Por ello mi hogar con mis esposa e hijos, de los cuales vivo tan enamorado como de los surcos y los rebaños que me alimentan, es incomparable. Mi mujer y los muchachos sienten y practican la agroecología y eso me motiva como nada. “Mira, cada vez que repaso cuanto he hecho  y lo por venir el alma se renueva, se fortalece. ¿Qué más puedo pedir?” El verbo calla, su mirada escruta el futuro. Por sus logros José Antonio Casimiro ostenta hoy el título de Científico Natural. Su finca es de Referencia Nacional de la Agricultura Urbana y considerada además Faro Agroecológico, otorgada por la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales.    

 

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